Los primeros días de vacaciones se les puede dar vía libre para que hagan lo que más le convenga. Hay un ciclo que hay que romper y se les puede dar 10 o 15 días para que se desahoguen. A partir de ahí habría que regularizarlo.
¿A qué hora levantarse y acostarse?
Esta regularización no ha de ser tan rígida como durante el curso. Cuando llegan las vacaciones no se ven obligados a madrugar. Podemos ser más flexibles y dormir y que se despierten más tarde.
Si alteramos los horarios de acostarnos y despertarnos, nuestros relojes internos, que se sincronizan con la luz y las rutinas, se van a volver locos. Así, vamos a tener dificultades para dormir y despertarnos a la hora que tenemos que hacerlo.
También hay que tener unos ritmos determinados a la hora de distribuir las tareas. Las mañanas son para estar tranquilos, jugar con la creatividad, ayudar con las tareas domésticas, hacer manualidades, etc... Las tardes pueden ser más movidas, salir al parque, piscina, quedar con amigos, etc…
¿A qué hora comer?
No se deben cambiar mucho los hábitos de comida. Si ha aprendido a comer verduras en el invierno, ahora igual, comidas veraniegas y sanas.
Volver a la rutina en septiembre
Todo ello facilitará la vuelta a la rutina del curso en septiembre. Además, para adaptarse progresivamente, hay que instaurar estos nuevos ritmos 15 días antes del comienzo del colegio.
Establecer los horarios nada más empezar el curso es malo. A las 8 de la mañana, cuando se tenga que levantar el niño, no va a querer. Es mejor aprenderlo con tiempo y no esperar al último día.
Estas rutinas son válidas para niños de cualquier edad.
